Todo cambia. La forma en la que viajamos, la manera de informarnos sobre lo que ocurre a nuestro alrededor, los métodos de pago al realizar determinadas compras, etc. Tecnologías que al principio podían generarnos ciertas desconfianzas y que el tiempo nos ha demostrado que son mucho más seguras de lo que pensábamos que serían.
Lo mismo ocurre con la publicidad programática. Al igual que en los ejemplos anteriores, los inicios de esta forma de comprar espacios publicitarios no han sido nada sencillos. Incluso hoy en día, el pensamiento de muchos profesionales del sector continúa siendo que se trata de una manera de comprar espacios prácticamente inservibles para el anunciante, y aquellos que han quedado sin vender en páginas sin afinidad o de dudosa reputación, mientras que la realidad nos dice todo lo contrario.
No olvidemos que la publicidad más eficaz es la que nos impacta durante nuestro proceso de información y compra y, al fin y al cabo, ¿no es eso la publicidad programática?
A día de hoy, podemos afirmar que este tipo de compra ocupa cada vez mayor porcentaje de presupuesto dentro del plan de medios, siendo una de las maneras más eficaces de llegar a nuestro core target, a través de la creación de whitelists, capando las tipologías de sites con menor afinidad hacia la marca o producto, y que, a través del control y la optimización diaria de la herramienta, es el canal a través del cual se pueden conseguir los mejores resultados en campañas de captación.